domingo, 4 de diciembre de 2011

No era como las demás, no solo porque había tenido una infancia un poco distinta. Era muy evidente que no tenia nada que ver con mis compañeras del colegio, ni con las adolescentes de mi edad. A decir verdad, siempre me sentí un poco mas madura que mis pares. Me costaba seguir el ritmo de mis compañeras. No quiero decir que fuera mas inteligente que ellas, simplemente teníamos diferentes intereses: yo había puesto la atención en problemas de adultos, tales como el amor. Pero lo cierto es que el amor te vuelve un bebe, aunque tengas cincuenta o sesenta años. Te deforma, te consume. Y si no es sacrificado, no es amor.